Esta es nuestra oportunidad, pensé. La batalla se viene desarrollando desde hace ya varias horas. Mis hombres esperan que me comporte como un verdadero rey, y voy a demostrárselos.
Su táctica es la misma, puedo percibirlo. Deberíamos lanzar nuestro flanco izquierdo al ataque.
–¡Todos los soldados del flanco, avancen!, ¡Detrás, los lanceros a pie!.
Al poco tiempo, pude ver a lo lejos el hueco causado por mis hombres en el enemigo. Ya podía vislumbrar la victoria. Pero debo prestarle mucha atención, otras veces me ha engañado. No es de fiar, las batallas ya son muchas y ambos nos conocemos.
Me extraña su pasividad ante nuestro ataque. Pero no logro ver entre sus tropas, movimientos que denoten alguna estratagema de contragolpe.
Nuestros soldados están abriendo su primera línea. Ahora, nuestros lanceros causarán el caos entre sus filas.
Estoy disfrutándolo. Es el momento de mandar a la carga la caballería. Venguemos esta vez las derrotas anteriores, juguemos todo lo que tenemos.
–¡Adelante lanceros del flanco derecho, ataquen por la izquierda. Únanse a sus compañeros, y a la carga!. ¡Adelante toda la caballería, la victoria es nuestra!.
Está escrito en el libro de los dioses, ese negro va a pagar caras todas sus afrentas.
Pasamos al ataque con todo lo que teníamos. Utilizamos toda nuestra fuerza, y poco a poco el enemigo fue cediendo terreno. Que dulce el sabor de la victoria. Cuánto deseaba ser quién clavase el puñal en el corazón de mi peor enemigo.
Nacimos juntos, mas no somos hermanos. Lo odio. Siempre se ha sentido superior a mí, a pesar de ser iguales. Pero este es mi momento, y no dejaré que pase. No seré yo quien clave ese puñal, es más, no me importa. Ver el desconcierto que causa mi caballería en su ejército me colma más que tres bellas doncellas en una noche de pasión.
Miré a mi costado y allí estabas, majestuosa, mi reina amada. Siempre me has acompañado en el campo de batalla, no le temes, y más de una vez, tus encantos han decidido una batalla. Esta vez mi amor, no necesitaré que te aventures en filas enemigas para atacar el punto débil de los hombres. Esta vez disfrutaremos juntos la victoria, uno junto al otro veremos caer a nuestro enemigo. No será la última batalla juntos amor, lo sé. Pero te juro que será muy recordada.
En el frente de batalla se mezclaban con furor los choques del acero, los gritos de los soldados y los alaridos de muerte.
De pronto, un destello de luz pasó frente a mis ojos. Una lanza era arrojada a la distancia, e iba a parar justo al centro de tu corazón. Mi amada reina.
Tan solo pude dedicarte una última mirada. Y mi último pensamiento fue para darme cuenta del error que habíamos cometido, lanzando a todo nuestro ejército al ataque. Descuidamos el flanco derecho y nuestra torre quedó indefensa, ya no había retorno. Fuimos engañados otra vez.
La flecha del caballero clavada en el medio de mi pecho marcaba la derrota, el fin. Fuimos soberbios, confiados y no prestamos atención a todos los detalles. Nos dejamos llevar por el embriagador néctar del triunfo, y no fuimos capaces de ver, en nuestras habilidades, nuestros propios defectos.
Te dedico mi reina, mi última mirada. Fuimos derrotados una vez más; pero te juro, no será la última. Tendremos nuestra revancha.
Comencé a sentir de nuevo ese frío, lo odiaba. Odiaba no poder sentir sus manos tibias sobre mi piel de marfil. Odiaba esa caja donde nos guardaban apilados como si no tuviéramos ningún valor. Acaso, ¿no se da cuenta de que soy un Rey, un verdadero Rey?
Como siempre, no hubo respuesta, volvimos todos a la caja.
Esta vez estarás a mi lado amor, que suerte. Quizás en tu compañía el tiempo pase más rápido.
No tuve tiempo para más nada. Otra vez nos rodeaba la oscuridad.
A esperar. Esa es mi existencia. Pero como siempre, me dedicaré a soñar. Soñaré con campos de batalla donde mis hombres den la vida, soñaré con estrategias, con victorias. Y tú, mi amada Reina, estarás a mi lado.
Toma mi mano amor, y esperemos juntos la próxima partida.
Me encanta este cuento, es mi favorito!!
ResponderEliminarSeguí adelante!!!