lunes, 26 de abril de 2010

Cuchillo

Cuchillo,

ni el calor

en que fuiste forjado

templó tu acerada alma fría,

la sangre

no corre en tus venas,

se desliza

a través de tu hoja.

Tu filo estremece,

perturba

y al mismo tiempo atrae,

seduce.

Tu fálica punta

ferviente,

agrede, penetra,

inicia el corte

profundo,

que abre, divide,

la tierna rodaja jugosa

de sus otras hermanas,

aún expectantes

por tu frío abordaje.

Manchada tu hoja

respira,

anhelante

de calor de carne.

Vibra el puño

que te empuña,

siente tu deseo urgente:

hundir otra vez

tu figura de acero,

en la gruesa capa

adobada

de su crocante piel.

Es tu fiesta, sin dudas

cuchillo,

la parrilla reluce,

atestada

de carnes cautivas

que esperan

ansiosas,

entregarse completas,

al yugo febril

de tu filo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario