domingo, 3 de abril de 2011

Hombre de Maíz

Son tus pies en la tierra un vivo encaje.

Son tus manos de orfebre que moldean

ese oro que nutre a tus hermanos

y que luce al brillar la luna llena.


Ese oro que duerme en tus entrañas

el Ixim que inundó tus formas huecas

fue botín del Itsae forastero

que llegó por el mar a nuestra tierra.


Fue con otras ideas que llegaron,

no entendieron la base de tu esencia,

ni quisieron saber tus argumentos,

fue más fácil quemarlos en la hoguera.


Por tus ojos cruzó ese fuego brujo

derritiendo su fuerza: tus esteras,

tu conciencia, tu voz y tus historias

y dejaron sin alma a nuestra selva.


Kukulcán y Tepeu no fueron fuertes

contra el Dios del Itsae y sus ideas,

pudo más la potencia de su iglesia

de tu nación guerrera que la fuerza.


Con Maíz insufló Huracán tu cuerpo

dando vida al Quiché que en ti se engendra

y que el blanco arrasó con su ignorancia

derramando tu sangre sin reservas.


Ay! Quiché, esta tierra aun te llora,

de aquel indio, tu nombre es lo que queda,

es tu obra mojón en la memoria

de una América, toda, que se apena.